Vivir en otro país: un salto hacia lo desconocido

Hace diez meses mandé al carajo mi carrera profesional en Colombia y decidí dar el salto en “Bungee Jumping” de mi vida. Con el miedo en la garganta, la sensación de nostalgia por dejar mi familia, mi país, lo conocido y mi añorada zona de confort, salté.

Mi esposo me dio el empujón en la espalda para que fuera más fácil dejarlo todo, a cambio de vivir la experiencia de residir fuera de Colombia. Y creo que sin él, no hubiera dejado mi país, porque pese a todos los problemas que tiene, siempre lo vi como mi casa.

Ahora que veo en retrospectiva, no era muy consciente de lo que implicaba empezar de nuevo y vivir en otro país, con una cultura y un idioma totalmente diferentes. Pero los cambios siempre implican saltos hacia lugares y situaciones que no sabemos qué nos traerán.Y como dice mi mamá “nadie dijo que sería fácil”.

Lo cierto es que al inicio, la adrenalina ahuyenta el miedo, y la sensación de descubrir lo desconocido hace que el niño interior que llevamos dentro aflore. Cada experiencia se convierte en una anécdota y uno pasa paulatinamente de ser un turista, a ser un residente con ojos curiosos.

Y en ese proceso llega un punto donde se va perdiendo la magia y llegan las dudas, los miedos y el vacío en el estómago. Cuando lo novedoso se esfuma, se empieza a añorar lo que se dejó atrás y existe una necesidad profunda de tener un plan de vida. Es allí cuando uno entiende el desarraigo y la importancia de buscar un lugar en esa nueva sociedad.

En la búsqueda

En Alemania, los inmigrantes que llegan al país como en mi caso, por cuestiones familiares, tienen derecho a un curso de integración que facilita la búsqueda de ese espacio en la sociedad. Eso incluye clases de alemán y un curso de orientación sobre la cultura alemana, tema que amplié en el post País de inmigrantes.

Aprender alemán es casi que un requisito obligatorio para entrar a la sociedad alemana. Y tiene sentido, porque el lenguaje está íntimamente ligado a la cultura, la historia y las normas de un país. Tal vez por eso, aprender un nuevo idioma es tan complejo y toma tiempo, mucho más de lo que a veces pensamos.

En mis primeros meses en Alemania me forcé tanto a aprender el idioma, que terminé hostigada, como un niño después de comerse un paquete entero de bombones. Este año decidí hacer una pausa con las clases de alemán, para vivir la experiencia y a través de este blog darme el tiempo para descubrir la cultura alemana. Lo más increíble es que en este tiempo mi cerebro se ha familiarizado mucho mejor con el idioma, sin forzarlo, simplemente dejándolo fluir.

Hace algún tiempo una amiga que vive en Mannheim me dijo que el proceso de adaptación es complejo, que me tomaría tiempo asimilar el cambio y que lo mejor que podía hacer era no saltarme ninguna etapa. Un sabio consejo que he intentado seguir, con dificultad, porque siempre quiero hacer todo al mismo tiempo o tomo atajos que acorten el camino, un mal colombiano que lo único que genera es desgaste físico y emocional.

En estos diez meses he conocido colombianos que llegaron con la intensión de quedarse, pero hoy solo quieren regresar a Colombia, porque no lograron adaptarse o porque no encontraron aquí el lugar para echar raíces. Otros por el contrario, han logrado establecerse y tienen un plan de vida, que los motiva a quedarse.

Por esas casualidades del destino, conocí a un médico colombiano que viajó para hacer su maestría y logró vincularse laboralmente una vez terminó sus estudios. En una ocasión me confesó que extrañaba la sencillez con que veía su plan de vida en Colombia, plan que tuvo que replantear para poder estar al nivel de exigencia de Alemania, de sus normas y de la cualificación que se espera de sus profesionales.

Lo que he notado, es que aquellos que se sienten realizados al otro lado del charco, se dieron el tiempo para conocer la cultura, asimilar las reglas del país y han tratado de estar en contacto con los locales, para mejorar el idioma pero también para conocer esos códigos sociales, que para los extranjeros son difíciles de identificar. Pero quizás lo más importante, es la capacidad que han tenido para replantear sus metas, de ser flexibles a los cambios de rumbo y de darse el permiso de intentar, fracasar y seguir.

Muchos llegamos con unas expectativas y pensamos que todo será perfecto. Pero a medida que pasa el tiempo, nos damos cuenta que la realidad tiene diversos tonos y que si queremos seguir es necesario virar el barco y estar abiertos a otras posibilidades.

Aunque el hecho de no tener un plan genera temor, como me dijo un amigo, a veces hay que perderse para encontrar el camino. Después de mucho entendí que valía la pena simplemente disfrutar la experiencia, mientras las respuestas van llegando.

 

 

9 comentarios sobre “Vivir en otro país: un salto hacia lo desconocido

  1. Muy vacano este espacio, se que es una reflexión muy personal de lo que vives y te agradezco por compartirlo, solo puedo decir que te felicitó y espero que este medio sea un motivo para desahogarte y para que seas más feliz.

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    1. Hola Mari…que bueno saber que mis textos te llegaron. Escribir es el medio que encontré para contar mi experiencia, para conectarme con Colombia y conmigo misma. De paso, espero que mis reflexiones e información les sirvan a otros, que como yo, están buscando salir de la zona de confort…

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  2. Hola hijita, interesante artículo. Se que eres una luchadora y que te gustan los retos y que por lo mismo te aventuraste a explorar otros contextos dando grandes saltos al otro lado del charco como bautizaste este block. No sabes cuanto te admiro como hija y como persona por todos tus logros y peldaños que has alcanzado hasta el momento, y se que vas a escalar muchísimos más, ánimo y adelante que se que Dios te tiene muchas cosas buenas. Te quiero mucho.

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  3. Con este post me siento identificada, me gusta mucho como escribes. Tengo que decir que en este momento me encuentro en ese punto en donde me angustia un poco el rumbo de mi vida porque creo que no se para donde voy cuando dejé atrás mi vida «estable y segura». Pero al mismo tiempo pienso en las cosas que estoy y aprendiendo. A veces se extraña la vida dentro de esa zona de confort. Pero estoy segura que este tipo de cambios solo traen cosas buenas, la transformación interior, el aprendizaje de vida y de habilidades como un nuevo idioma son cosas que al final nos llevaremos con nosotros.
    Saludos desde Hamburgo.

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    1. Hola Diania…comparto lo que escribes. Es fácil añorar lo que se deja cuando hay dificultades en el nuevo camino. Pero hay que preguntarse para qué estamos aquí, qué podemos aprender, solo así le sacamos el mejor provecho a nuestras experiencias, donde quiera que estemos…saludos, espero visitar pronto Hamburg

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