Hace un año empecé mi camino como blogger. Sin ser muy consciente me subí al bus de los que decidimos transformar experiencias, emociones y energías en palabras. Hoy pertenezco a ese grupo de personas que no sabemos de qué o cómo viviremos en el futuro, pero que nos resistimos a restarle tiempo sin sentido a nuestras vidas.

Debo confesar que en un inicio me dieron un empujón para subirme en ese bus. Para los que leyeron el artículo: vivir en otro país: un salto hacia lo desconocido, sabrán que mi esposo fue el motor para dejar la zona de confort que tenía en Colombia y quien me ha impulsado a hacer lo que me gusta.

Pues resulta que cuando uno decide vivir en otro país, se enfrenta a un aprendizaje diario, porque los contextos, las personas, las formas de hacer las cosas y las culturas son diferentes. En ese aprendizaje van surgiendo anécdotas que resultan sorprendentes, graciosas o a veces molestas, que uno necesita relatar, para que la mente y la garganta no se atoren con palabras.

Durante mis primeros meses en Alemania el receptor de mis ideas y pensamientos fue mi esposo. Fue él, quien quizás cansado de escucharme parlotear todos los días, me sugirió abrir un blog para que pudiera compartir con otras personas cómo es, desde mi experiencia, vivir en Alemania.

Así que seguí su consejo y creo que ha sido uno de los mejores que he recibido en mi vida. Aunque en un inicio el blog fue más un medio para aquietar mi “monkey mind”, con el tiempo se ha convertido en un proyecto que me ha llevado a encontrarle sentido, sabor y gusto a la cultura alemana y a mi vida por fuera de Colombia.

Detrás de cada artículo hay una anécdota personal, la experiencia que otros me han compartido, pero también información que indago y que muchas veces no es accesible para aquellos que no hablan alemán. Eso me ha permitido orientar a otros en la búsqueda de información, pero también me ha llevado a avanzar en el aprendizaje del idioma.

Lo bonito de esta experiencia, es que a través del blog me he conectado con otros colombianos en Alemania, latinos que andan por estos lados y en general hispanohablantes interesados en dar el salto al otro lado del charco.

Resulta muy satisfactorio ver que cuando publico un post, otras personas se sienten motivadas a preguntar porque quedaron con dudas; a hacer una crítica porque no están de acuerdo con el contenido; o a contar cómo ha sido su propia experiencia porque encontraron en el blog el lugar para hacerlo.

Y sí, hay que aprender a recibir las críticas sin anestesia, pero aún más importante, uno debe estar dispuesto a ser autocrítico, a superar los miedos y a tener la valentía para seguir cuando se cometen errores. A veces es preferible tener un editor que te diga: “este artículo estuvo desastroso” o “el día en que lo publicaste no fue el mejor”; a escuchar todos los días una voz interna que te recuerda sin misericordia que “la cagaste”.

De eso se trata este camino: de aprender haciendo, de desarrollar nuevas habilidades, porque dentro del paquete “ser blogger” hay algo más que subir artículos a la web. Al menos en mi caso, me cuido mucho en la escritura y edición, que no serían nada si no trabajo en el diseño, en lograr una fotografía que se adapte a ese contenido, en pensar cómo debo promocionar cada artículo y posicionar mi sitio para que los lectores me encuentren. Tareas que parecen invisibles ante los ojos de quienes no entienden qué “putas” haces como blogger.

Además de estar dispuesto a retarse a sí mismo, es importante lidiar con la incertidumbre financiera, de no saber a ciencia cierta cómo te solventarás los próximos años y si en algún punto podrás vivir de ese sueño. Aunque en este momento no tengo la respuesta, trato de recordar que darle rienda suelta a la zozobra, solo desgasta mi energía, esa que puedo emplear en avanzar en ese proyecto que me hace feliz y que en un futuro será rentable.

Aunque a simple vista ser blogger parecer muy sencillo, no todo es color de rosa. Realmente creo que este camino no es para todo el mundo, porque se necesita mucha disciplina y pasión, para alcanzar objetivos y metas por convicción propia; para medirse y superarse sin tener la presión de un jefe, porque el reto es con uno mismo.

De este año como blogger y de lo que ha sido vivir en Alemania, he aprendido que las cosas que valen la pena implican trabajo y tiempo. Adaptarse a un país nuevo, así como emprender un proyecto independiente, no se logran de la noche a la mañana. Lo importante es disfrutar ese trayecto, con sus claros y sus oscuros, y ser consecuente con lo que se eligió.

Por ahora, me mantengo en mi decisión porque para mí ser blogger realmente es “del putas”.