Lo que sientes cuando vuelves a casa

Vivir en otro país es una experiencia que te transforma por dentro y por fuera. Eso lo sientes con intensidad cuando estás de regreso en la tierra que te vio crecer, en esa casa que se añora, pero que ya no es la tuya.

A Colombia llegué a inicios de diciembre para disfrutar de mis vacaciones de navidad en familia. La primera semana de mi viaje transcurrió en Bogotá, la ciudad donde crecí profesionalmente pero donde nunca eché raíces. Como en Bogotá vive mi hermano y varios amigos entrañables, la parada era más que obligatoria.

Al estilo alemán, hice citas y los agendé a todos en una semana. Recordé lo que rico de tomarse un café, compartir un almuerzo casero y conversar de todas esas cosas que omitimos por cuestión de tiempo y distancia. Me sentí tan feliz de poder compartir con mis amigos  esos relatos que llevaba dentro, pero también de poder escuchar sus historias, sus vivencias y enterarme de cómo han cambiado sus vidas, mientras yo construía la mía en la distancia.

Bogotá fue mi primer encuentro con la Colombia que dejé: una mezcla entre lo caótico y lo querido. Pero sólo me sentí como en casa, hasta que llegué a Popayán, mi ciudad natal. Aunque desde los 18 años no vivo con mis padres, siempre he conservado un lugar en su casa, esa que a pesar del tiempo y la distancia sigue siendo la mía. Aún tengo un cuarto, con recuerdos de mi infancia y en cada viaje de regreso encuentro sorpresas de mi mamá, que me recuerdan que así tenga 100 años, para ella siempre seré su “Karinita”.

De los recuerdos imborrables de este viaje está el abrazo de bienvenida de mis padres. En la salida del pequeño y remendado aeropuerto de Popayán, los recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja, esperándome. Charlamos de camino a casa como si no tuviéramos un mañana. Y al llegar recibí la mejor bienvenida con un desayuno de mamá: fruta picada, arepas y esos huevos con cebolla y tomate que no probaba desde que salí de Colombia.

Una de las cosas que he aprendido de esta experiencia, es que el tiempo en familia se vuelve preciado. Cada momento es importante y hay que disfrutarlo al máximo porque el reloj corre y el tiempo de compartir se esfuma. El plan resulta ser lo de menos, y descubres el encanto de comerte un «corrientazo» en familia, de pasar la tarde jugando a las cartas con tus viejos o simplemente de disfrutar de su compañía mientras ven la tele juntos.

En este tiempo me he dado cuenta, que las cosas que me gustaban de Colombia y que no tengo en Alemania, hoy las valoro más. Además de disfrutar del tiempo en familia, me hace muy feliz despertarme a las 6:00 a.m. con la luz del sol; tener la posibilidad de consumir fruta fresca y variada todos los días; y encontrarme en distintos lugares con personas cálidas que me sonríen sin conocerme y me hacen sentir que aquí siempre seré bienvenida.

Salir del país y volver a él, me ha revuelto todo por dentro. Y en ese revoltijo, también me encontré de frente con esas cosas que me molestan de la cultura colombiana y que me gustaría que fueran diferentes.

Me molesta la corrupción y cómo se nos volvió normal vivir de “la rosca”. Me molesta nuestro individualismo y ese afán que llevamos por ser los primeros; pretensión que nos impulsa a pasar por encima del otro a toda costa y a saltarnos las reglas, porque quien las sigue es un “pendejo”.

Sí, eso me molestaba y hoy me irrita aún más, porque creo que sin respeto no hay sociedad que funcione. Pero soy consciente que el cambio empieza por mí, cuando sigo las reglas e intento cumplir mis deberes de ciudadana (dentro y fuera de Colombia), y cuando a través de mis relatos comparto con otros esa visión externa que tenemos quienes salimos del país.

Así como hoy valoro más mi familia y lo bello que tiene nuestra cultura colombiana, también me siento más agradecida con la vida por la oportunidad de emprender un nuevo camino en Alemania. Debo confesar que también he sentido “Heimweh” por las cosas que admiro de la cultura alemana y por ese nuevo hogar que estoy construyendo al otro lado del charco. Y sí, llegó un punto de mis vacaciones en que empecé a añorar mi espacio, cual gato cuando se cansa de los mimos…

Ahora estoy lista para volver. Después de un paso por la hermosa Santa Marta y el paraíso del Tayrona, regreso recargada con la energía del sol, del mar, de la montaña y de la buena vibra que solo la familia y los amigos del alma podían darme.

Y para quienes me leen desde Alemania. Saludos y nos pronto.

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10 comentarios sobre “Lo que sientes cuando vuelves a casa

  1. Que bueno que hayas podido ir a visitar a tu familia y amigos.
    Es verdad que cuando se está lejos se añoran muchas cosas.. A mi me hace falta un abrazo de mis papás de vez en cuando, la comida de mi mamá y en este momento me hace falta la luz y el sol del día. Pero también siento que estoy construyendo mi vida en otra parte, cada cosa que vivo a diario hace parte de esa experiencia y siento este lugar como conocido, algo a de lo que estoy haciéndome parte.
    Me gusta leer mucho tus posts.
    Saludos desde Hamburg,
    Diana.

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  2. Hola Kari, (no estuve dentro de tu agenda por Bogotá 😦 ) Me hubiese gustado verte y saludarte. Y tomarnos un café como hiciste con otros amigos, aunque reconozco que el tiempo es corto e imagino que la lista era larga para los encuentros.

    De todas formas espero que hayas disfrutado mucho tu estadía, (en especial con tu familia) y que tu vida siempre esté llena de bendiciones. Tu sabes que te tengo un inmenso aprecio por esa linda amistad que pienso yo, nos une desde hace ya varios años.

    Espero tener noticias tuyas, en Facebook siempre me encuentras, sin duda… Por cierto, ya casi me gradúo de Psicólogo 🙂 .

    Un abrazo gigante.

    Jonnathan Daza.

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    1. Jonatin…que lindo saber de tí. Sabes a veces con la distancia asumimos que ya no haces parte de la vida de quienes caminaron contigo. ¿Error o el curso natural de la vida? Siempre me alegra saber que estás cumpliendo tus sueños porque eres un luchador…un abrazo y aún tenemos oportunidad de vernos…

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  3. Hola Karina! Te sigo hace muchísimo tiempo y soy Chilena!
    Me encantan tus post (de hecho no me pierdo ninguno!). Estuve en Frankfurt y en Nuremberg el 2015 y amé Alemania… a pesar que puede ser realmente distinto para nosotras que somos Sudamericanas.
    Interesantes tus palabras, y me hizo mucho sentido lo que decías sobre el respeto. Hace un par de semanas escribí estas palabras que me gustaría compartir contigo:

    «Una pequeña reflexión:
    Cuando llegué a Brasil una de las cosas que más me llamó la atención fue la amabilidad y cordialidad de la gente. Se saludan en la calle, son amables al atender, muy cordiales todo el tiempo, etc.
    Llego luego a USA y me encuentro frente a la misma situación, personas amables, cordiales, constantemente conscientes de no perturbar al prójimo, y de ofrecer ayuda cuando se necesita.
    Me acordé luego de una conversación que tuve hace unas dos semanas con un señor de unos 80 años, quien me dijo literalmente que cuando Chile era pobre éramos mas humildes, que ahora por estar mejor económicamente hemos perdido la educación y los modales.
    Y es cierto! Es triste ver como nuestro país se ha convertido en un roterismo impresionante. Nadie respeta a nadie, te echan el auto encima, la gente jamas se ofrece a dar su puesto en una fila (y es mas! Si lo pides miran con cara de molestia). Uff! Un sin fin de cosas. Es como si los chilenos hubieran aprendido que tener modales, saludar, ser cordial, gentil y amable es ser Nerd.
    Chile es hermoso, es amado y tiene miles de cosas bellas por las cuales sentirnos orgullosos, pero hemos perdido nuestra esencia, que la mantenemos externamente con quien es forastero, pero no con nuestros compatriotas.»

    Por lo pronto, quizá es algo de lo cual las personas deben reflexionar más a menudo en nuestros respectivos países, para que la sociedad funcione de una mejor forma.
    Cariños!
    NB

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    1. Hola Nati: me encantó leer tu reflexión. Creo que los latinos tenemos mucho en común: cosas que nos caracterizan positivamente y otras que sería bueno ir cambiando con el tiempo. Esa creo que es la misión de quienes salimos del país, ir transformando la mente de otros: al menos de los que tenemos al lado…saludos de vuelta y si vas de nuevo por Alemania escribe

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  4. Hijita, me alegra mucho que te hayas sentido bien en el país, en Popayán y especialmente en tu hogar. Así te vayas al último rincón de la tierra siempre encontrarás tu espacio en la casa, tu habitación y tus cosas son respetadas y cada que las veo siento que estás ahí, y no solo tú, también tu querido esposo que por su forma de ser, por tratarte como una reina se ha ganado el cariño de nosotros tus padres y un espacio importante en la familia. Nos sentimos agradecidos con Dios porque siempre está a tu lado ya que nosotros no podemos estar contigo para cuidarte, porque así tengas cien años como lo dices en tu artículo siempre serás la niña del hogar. Muchos éxitos en tu trabajo porque se que estás haciendo lo que te gusta, y con la ayuda de Dios se que seguirás surgiendo en tu profesión.

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  5. Hola Karina!!
    Me siento totalmente identificada con tu post, dentro de poco voy a Colombia de vacaciones despues de mucho tiempo, y estoy ansiosa de ver a mi familia y amigos, y de ver como han cambiado las cosas desde que yo ya no estoy allí…. quiero ver la luz del sol, y disfrutar de las 12 horas de luz que tenemos allá .
    Saludos desde a Hamburg

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    1. Hola Eleonora…que rico que puedes visitar a tu familia, disfrutar del sol y estar de nuevo en tu país…claro que esta época ha estado muy lluviosa, pero no se compara con el frío alemán…espero que me cuentes cómo te sentiste después de vivir esa experiencia. Saludos de vuelta

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