Crónica de una primípara en invierno

Recuerdo el primer día en Alemania que no vi el sol. El cielo estaba totalmente gris y así se quedó hasta que llegó la noche. Ese día supe que el invierno estaba por venir, y que además de sufrir por el frío, me afectaría la falta de luz.

El invierno en Alemania empieza oficialmente en diciembre, pero desde octubre comienza a bajar la temperatura y los días se hacen cada vez más cortos. Por eso, el último día de octubre se altera el reloj, para robarle una hora más al día, y engañar al cuerpo que se niega a levantarse en la mañana, en medio de la oscuridad.

Como buena primípara no compré ropa de invierno, hasta que salir a la calle se convirtió en un martirio. No soy de las mujeres que se divierten comprando ropa, quizás por eso, deje para último momento el shopping de invierno. Una decisión nada inteligente, porque encontré menos variedad y pasear de una tienda a otra en medio del frío hizo mi experiencia aún menos agradable.

Casi sin notarlo, dupliqué mi vestimenta diaria. Hasta para salir a comprar el pan a unas cuadras de mi casa, me tuve que acostumbrar a usar pantalones térmicos debajo de los normales, medias de lana, sweater, chaqueta, bufanda, zapatos especiales para el frío, gorro y lo más importante: guantes. Cuando no los uso, mis manos entran en un proceso de enfriamiento, que pasa de incómodo a doloroso.

Mi bicicleta fue mi medio de transporte y mi hobbie hasta que llegó el invierno. Aun cuando usaba el arsenal de ropa de invierno que describí, cada pedaleo venía acompañado de una brisa helada en mi rostro, que por momentos resultaba insoportable. A mediados de diciembre decidí dejarla en el desván, cuando las lluvias y resfriados empezaron a ser más frecuentes.

Y sí, con el invierno llega la incómoda gripa. Pero lo que fue nuevo para mí fue la sensación de cansancio extremo. Aunque al principio pensé que vivir en Alemania me había convertido en una mujer perezosa, después de visitar al médico comprendí que la falta de luz solar me produjo un déficit de vitamina D. No era pereza, era cansancio porque a mi cuerpo le faltaba algo esencial.

De lo que me enteré después de indagar, es que la falta de luz también puede provocar depresión estacional. Se trata de un trastorno del estado de ánimo que aparece generalmente cuando hay cambio de estación y empieza la época de frío. Es allí cuando algunas personas sienten somnolencia, cansancio, irritabilidad, pérdida de interés por las actividades diarias y como lo dice su nombre depresión.

Creo que por algunas semanas me sentí poseída por la depresión estacional. Pero después de hablar con algunos amigos colombianos que viven en Mannheim, me di cuenta que era totalmente normal sentirme cansada y nostálgica; no solo por la falta de sol, sino por la sensación de estar lejos de mi país, de mi familia y de mis amigos, en una época tan especial como lo es navidad y el inicio de año.

Lo que si disfruté en diciembre, fueron las salidas a los mercados de navidad en Alemania, porque el frío se pasa con vino caliente. Por cierto, lo bueno de esta época es que están prohibidas las dietas, porque la grasa, las harinas y dulces son necesarios para que el cuerpo se caliente. Como dice mi esposo, es mejor gordito que congelado.

Claro está, todo en su justa proporción. Debo confesar que hasta la llegada del invierno le encontré gusto a la comida alemana, que por lo general es condimentada y pesada, pero que viene bien para contrarrestar el frío. Una Bratwurst caliente servida en pan alemán, sabe a gloria, mientras se comparte con amigos en medio del frío de una calle alemana.

Aunque en Colombia era de las que cambian la sopa por fruta, en Alemania no hay semana que pase sin sopa o al menos un “Eintopf”, una especie de cocido con muchas verduras, papa y carne o salchicha. En casa la hacemos con pollo y queda como “para levantar muertos”.

Todavía faltan dos meses más para que llegue la primavera y con ella un nuevo ciclo de climas más amenos. Pero como reza el dicho: somos animales de costumbres y con el tiempo siento que mi cuerpo y mi mente se han adaptado mejor al frío, tanto así que cuando sube un poco la temperatura, siento calor.

El invierno en Alemania tiene una belleza que es difícil de apreciar, cuando añoramos el verano. Caminar sobre la nieve tiene su encanto. Quizás no es la mejor temporada para hacer parrilladas, turismo callejero o andar en bicicleta. Pero el frío es una buena excusa para reunirse en casa con familiares y amigos, para charlar y compartir un chocolate caliente. Es también el mejor tiempo para estar con uno mismo, para dedicarse a la lectura, a la cocina o a las actividades que nos gustan y que podemos hacer en casa.

Al menos sé que el año siguiente, el invierno no me tomará por sorpresa, porque de esta experiencia ya tomé mis aprendizajes.

Y tú ¿ya viviste tu primer invierno? Si no lo conoces ¿te gustaría vivirlo?

 

2 comentarios sobre “Crónica de una primípara en invierno

  1. Qué agradable experiencia. Te felicito por ese emprendimiento y entusiasmo con el que asumes el periodismo, se ve que estás aprovechando cada experiencia para escribir sobre ella y, esta en particular relacionada con la nieve es espectacular. Gracias por compartir lo que conoces con tus lectores.

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